Una noche primaveral.
Una noche
estrellada.
Una noche de esas
en las que te sientes vacía, muy vacía.
O llena, muy llena.
Según se mire.
Porque una luna tan sumamente brillante, tan redonda, y acompañada de tantas
estrellas dispuestas simultáneamente a iluminar una noche como esta, hacía
mucho que no se visualizaba, al menos no de esa forma.
Fueron ellas las
que exhibiéndose a través de mi ventana hicieron que me despegara de las
sábanas –mis fieles compañeras cuando las cosas no marchan bien –y me dispuse a
subir -sin saber muy exactamente a qué- al punto más alto de la ciudad. A aquel
maravilloso lugar, allí donde todo queda a tus pies, excepto las estrellas.
Todo. Todo a tus
pies, y las estrellas allí, sobre ti, reluciendo.
Era una noche
realmente bonita.
Demasiado como para
estar de capa caída.
Y entonces me
dispuse a pensar:
Habrá día en
que no te entiendas. Pero por mucho que así sea, trata de hacerlo.
Si lo miras
con malos ojos, en esa abrumadora cantidad de estrellas que brillan, sólo verás
tantas casi como sueños por cumplir tengas en mente, tantas como cosas por
realizar en la vida tienes que aún no has llevado a cabo, tantas como
frustraciones has ido coleccionando con el paso del tiempo.
Pero…oye, si
lo ves así, para un momento.
Creo que
estás mirando esos rutilantes luceros de forma indebida.
¿No será
mejor pensar que igual que vemos todo eso negativo en ellos, nos queda por ver
tantas cosas positivas como adversas hemos visto?
Entonces,
empieza a pensar que cada una de aquellos diminutos astros que hoy brillan, son
cada una de las posibilidades que tienes de cumplir todo aquello que quieres,
de alcanzar cada una de las cosas que te propongas, e incluso de vencer todas
aquellas adversidades que en el camino aparezcan.
Y ahora,
cuando ya has visto todo lo que hay sobre ti, detente a mirar todo lo que hay
bajo tus pies en este momento.
Todo un
mundo. Un mundo entero bajo tus pies.
Un mundo que
está esperando que lo conquistes, un mundo que está ahí, esperando que hagas y
consigas lo que quieras. Un mundo esperando a que lo hagas tuyo. Y tú, sin
embargo, mirando hacia arriba y con mala cara.
Prepárate, ármate
de todo lo necesario y actúa, pero actúa únicamente para ser realmente feliz.
Y cuando hube
terminado de escribir esto, después de releerlo hasta cuatro veces, lo entendí
todo. Entendí que ese día –o mejor dicho esa noche –era necesario ir a aquel
lugar. Era necesario mirar hacia arriba, y hacia abajo también. Era necesario
pensar. Era necesario escribir. Era necesario que aquella noche cambiara mi
vida. Y sin duda alguna, así fue.
El cielo de noche, la luna y las estrellas también son mis más fieles y sinceros confidentes y aliados en mis momentos de incertidumbre. Y, aunque en realidad no hablen, siempre me quedo más tranquila después de haber mirado para arriba y haber cruzado miradas con esos luceros de la noche.
ResponderEliminarUn abrazo y pásate por mi blog si quieres ver el booktrailer de mi libro y descubrir la nueva sección "Misión Utopía" :3
Nunca está de más saber que no soy lo única.
EliminarHace unos días pasé por tu blog y vi el booktrailer de tu libro, y me encantó ,estás hecha una artista en cada uno de los sentidos, porque aunque digas que te sientes mejor interpretando que escribiendo, escribiendo eres realmente genial. Así que, sigue así. ¡Un abrazo!