Y sí, te eché de menos. Me fui, y me fui contenta, con ganas de conocer otras cosas, con ganas de perderme en otras calles, con ganas de descubrir otros lugares aunque llegue a ellos sin ni saber cómo. Y sin embargo, te eché de menos. Echaba de menos el aroma del mar, echaba de menos salir y no ver un lugar donde, cuando salía el sol, los barcos se esfumaban hasta la puesta. Echaba de menos pasear por tus calles y que todas las caras me sonaran. Echaba de menos tus calles y daba igual cuesta arriba, cuesta abajo, con encanto o sin él. Simplemente, las eché de menos. Eché de menos los atardeceres únicos que nos regalas. He de reconocer que eché de menos hasta aquella brisa que cala hondo cuando corre por la noche. Echaba de menos a tu gente. Echaba de menos ir al mismo lugar de siempre por ausencia de más. Echaba de menos ir al mismo rincón de siempre con ellas. Echaba de menos que no fueran sus caras, sus voces y sus cosas las que me envolvían. Son las de siempre, pero a e