Todo parecía
diferente, pero no había cambiado tanto como creían.
Su melena, una
de las cosas que más le gustaban de su apariencia, presumía unas mechas rubias
y brillantes que iluminaban su rostro. Así la recordaba, así era en la última foto
que había llegado de ella a sus manos. Su piel blanca, pecosa, como siempre
había sido. Y allí seguía, su nariz respingona, con un brillante reluciendo
junto a ella. Y aquellos dos luceros negros que siempre radiaban.
Él cada mañana
seguía recordando aquellos despertares, cuando ella se levantaba y el
haciéndose el perezoso la miraba con los ojos entornados. Seguía recordando
como ella fingía estar dormida en su rincón favorito, mientras esperaba que la
despertaran sus cosquillas, las únicas que no le molestaban. Echaba de menos
aquella forma de soñar despierto que solo tenía cabida si estaba ella al lado. No
podía olvidar aquella tormenta que en aquel día tan sombrío se lo llevó todo.
Era imposible olvidar aquel rayo que bifurcó los caminos de ambos. Pero sin
duda, si algo parecía estar claro es que seguía añorando aquella magia.
Ella tuvo que
cambiar aquella hamaca por un ventanal a través del cual le encantaba mirar,
sobre todo cuando llovía, o cuando caía la noche y reinaban las estrellas y la
calma. No le hizo falta mucho tiempo para reparar en que en aquel ventanal no
había nadie esperando a que se durmiera para hacerle cosquillas y despertarla,
no había nadie mirándola con los ojos entornados cada mañana. No había nadie
capaz de llenar aquel rincón de aquella magia que tanto extrañaba.
Ninguno de los
dos fue consciente nunca de las veces que se echaron de menos, de las veces que
con pena le contaron a alguien su historia, de las veces que borraron mensajes
que se habían escrito, de las veces que desearon cruzarse de nuevo, de las
veces que quisieron volver a decir un te quiero tan sincero como el que nunca
dejaron de sentir.
Lo que no sabían
era lo que el destino, la casualidad o sus corazones les tenía preparado.
Nunca
sospecharon que los caminos algún día los llevaría a encontrarse de nuevo. Nunca
pensaron que algún día tendrían la posibilidad de decir todo aquello que se les
quedó pendiente. Nunca imaginaron que podrían enviar todos aquellos mensajes
que un día borraron y no mandaron por miedo. Nunca pensaron que quizás algún día
volverían a despertarse de su manera favorita, sintiendo el aliento del otro en
la nuca. Nunca dieron por hecho que en algún momento podrían viajar de nuevo
cogidos de la mano, tan ilusionados como entonces.
Nunca idearon
que les gustaría que pasara si volvieran a encontrarse, y cuando se encontraron…MAGIA.
Eso fue lo único que fueron capaces de hacer. Quizás tampoco fuera tan tarde.
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