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Tarde (II)

Todo parecía diferente, pero no había cambiado tanto como creían.

Su melena, una de las cosas que más le gustaban de su apariencia, presumía unas mechas rubias y brillantes que iluminaban su rostro. Así la recordaba, así era en la última foto que había llegado de ella a sus manos. Su piel blanca, pecosa, como siempre había sido. Y allí seguía, su nariz respingona, con un brillante reluciendo junto a ella. Y aquellos dos luceros negros que siempre radiaban.

Él cada mañana seguía recordando aquellos despertares, cuando ella se levantaba y el haciéndose el perezoso la miraba con los ojos entornados. Seguía recordando como ella fingía estar dormida en su rincón favorito, mientras esperaba que la despertaran sus cosquillas, las únicas que no le molestaban. Echaba de menos aquella forma de soñar despierto que solo tenía cabida si estaba ella al lado. No podía olvidar aquella tormenta que en aquel día tan sombrío se lo llevó todo. Era imposible olvidar aquel rayo que bifurcó los caminos de ambos. Pero sin duda, si algo parecía estar claro es que seguía añorando aquella magia.

Ella tuvo que cambiar aquella hamaca por un ventanal a través del cual le encantaba mirar, sobre todo cuando llovía, o cuando caía la noche y reinaban las estrellas y la calma. No le hizo falta mucho tiempo para reparar en que en aquel ventanal no había nadie esperando a que se durmiera para hacerle cosquillas y despertarla, no había nadie mirándola con los ojos entornados cada mañana. No había nadie capaz de llenar aquel rincón de aquella magia que tanto extrañaba.

Ninguno de los dos fue consciente nunca de las veces que se echaron de menos, de las veces que con pena le contaron a alguien su historia, de las veces que borraron mensajes que se habían escrito, de las veces que desearon cruzarse de nuevo, de las veces que quisieron volver a decir un te quiero tan sincero como el que nunca dejaron de sentir.

Lo que no sabían era lo que el destino, la casualidad o sus corazones les tenía preparado.

Nunca sospecharon que los caminos algún día los llevaría a encontrarse de nuevo. Nunca pensaron que algún día tendrían la posibilidad de decir todo aquello que se les quedó pendiente. Nunca imaginaron que podrían enviar todos aquellos mensajes que un día borraron y no mandaron por miedo. Nunca pensaron que quizás algún día volverían a despertarse de su manera favorita, sintiendo el aliento del otro en la nuca. Nunca dieron por hecho que en algún momento podrían viajar de nuevo cogidos de la mano, tan ilusionados como entonces.


Nunca idearon que les gustaría que pasara si volvieran a encontrarse, y cuando se encontraron…MAGIA. Eso fue lo único que fueron capaces de hacer. Quizás tampoco fuera tan tarde.

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